La prima de riesgo, entendida como el diferencial entre la rentabilidad del bono de referencia a diez años de un país y la de su homólogo alemán, fue una de las grandes preocupaciones nacionales durante la crisis de euro, llegando a superar los 600 puntos básicos en julio de 2012. Solo la decidida intervención del Banco Central Europeo (BCE), con el entonces presidente Mario Draghi prometiendo que haría “lo que fuera necesario” para sostener al euro logró calmar a los mercados.
Dos años más tarde, el BCE introdujo por primera vez los tipos de interés negativos y en 2015 dio una vuelta de tuerca más a su política monetaria con el inicio de los programas de compra de deuda, nacidos con el objetivo de estimular la inflación y el crecimiento económico.
La prima de riesgo cayó entonces en el olvido de los titulares de prensa y de los artículos de los analistas, pero la situación ha comenzado a cambiar. El BCE ha fijado para el tercer trimestre del año el fin de las compras de bonos, y las subidas de tipos podrían llegar a finales de año o principios del próximo.
El mercado ha respondido con subidas generalizadas de los rendimientos de los bonos de la eurozona. El bund alemán, que hace no tanto tiempo seguía ofreciendo rentabilidades negativas, paga ya un 0,35% en el mercado secundario.
Los rendimientos negativos parecen ser cosa del pasado, lo que “deja el frente libre para descontar una trayectoria tan ‘hawkisk’ como la de mediados de febrero”, de acuerdo con una nota de los analistas de research de ING recogida por Reuters. “Esto también es una mala noticia para los mercados de deuda periférica, ya que el rendimiento de la deuda pública italiana a 10 años va a probar los 200 puntos básicos, a menos que la UE decida un programa fiscal conjunto para contrarrestar la crisis”, avisan estos expertos.
Con una ratio de deuda pública de un 150% del PIB, Italia está en el ojo del huracán: la prima de riesgo a ronda los 160 puntos y la rentabilidad del bono superó ya ayer el 1,9%. Pero otros países como España o Grecia también se enfrentan a unos costes de préstamos más elevados. En el caso del bono español, el diferencial con el bund vuelve a situarse en el entorno de los 100 puntos, con la rentabilidad del bono en cotas no vistas desde enero de 2019, antes de la pandemia de Covid-19.