Vacuna contra el covid-19.
Este pasado martes 19 hospitales públicos de la región se sumaron a los cuatro que ponían dosis de Pfizer a personas entre 70 y 74 años. Muchos de ellos ya estaban citados en la Atención Primaria, afirman médicos de estos centros, que lamentan el nuevo episodio de desconcierto en el que se ven sumidos.
De un día para otro han presenciado cómo les cambian los grupos a los que vacunar, destacan estos profesionales sanitarios. Ahora, solo a los mayores de 75 años y grandes dependientes. Esto conlleva tener que anular las citas de aquellas personas que no están dentro de estas categorías y que habían sido ya llamadas.
El problema que se crea ahora es que hay vacunas en los centros de salud, pero cada vez menos gente a las que ponérselas. Según explica a EL BOLETIN Eduardo Olano, médico de familia en Alcorcón, “hay vacunas y tenemos problemas para vacunar”. “Estamos acabando con las poblaciones que se nos han adjudicado y, en principio, no nos han encargado nada más”, explica, por lo que “entendemos que nos dejarán de llegar vacunas”. No obstante, destaca que hay centros de salud que han terminado con la población a la que tenían que vacunar y “les siguen llegando dosis”.
Esto hace que haya “vacunas en las neveras y las UCI -de los hospitales- llenas”, critica el integrante del colectivo AP Se Mueve, que congrega a más de 1.100 profesionales de Atención Primaria. Una forma de desaprovechar los recursos de la sanidad pública. También de saturar, todavía más, a los trabajadores. Además del esfuerzo que están haciendo las enfermeras no hay que olvidarse, incide, en la tarea de “citar, descitar, volver, buscar a personas a última hora para no desperdiciar la dosis”.
Para estos profesionales, la Comunidad desperdicia la oportunidad de que la Primaria pueda vacunar a más grupos. Que aproveche uno de sus puntos fuertes, como es la cercanía. Y es que, según apunta Olano, no todo el mundo puede acercarse a los centros de vacunación masiva abiertos. “¿Cómo voy a ir al Wanda si vivo en Alcorcón?”, relata que le trasladó el otro día una paciente de 60 años.
“La sensación que tenemos algunos es que nuestros jefes quieren cerrar la empresa y que parezca un accidente, vamos a ver cómo hacemos para que estos tíos queden mal”, continúa el médico de familia. Así, recuerda el caos que se produjo cuando desde el Gobierno de Ayuso se anunció la posibilidad de citarse libremente.
El “desconcierto en los propios profesionales” es tal, concluye, “que no sabemos muy bien a dónde vamos”.
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