Una nueva historia del arroz con mango

Cuba

Una nueva historia del arroz con mango

Mangos y arroz por separados, pero unidos por un cordón umbilical llamado incapacidad nacional para asumir nosotros mismo tales retos.

Planta mango Cuba
Planta mango en Cuba

Me asomo a la ventana del dormitorio y vuelvo a apreciar con gozo, como cada año, el florecimiento de la mata de mangos de mi vecino, con su multitud de minúsculas flores amarillo-rojizas que contrastan armoniosamente con el verdor de las hojas.

Abro el ordenador, que se hace eco pormenorizado de esa empresa vietnamita que acaba de pactar un negocio inédito y bastante prometedor en extensión, para el cultivo del arroz en las primeras hectáreas experimentales en la occidental provincia de Pinar del Río con prácticamente la única responsabilidad de la empresa cubana de suministrar la imprescindible maquinaria y equipos de riego.

Y no puedo menos que recordar esa frase tan dominicana como familiar en Cuba, que significa algo parecido a un gran relajo o confusión: el arroz con mango, aunque sea un plato muy codiciado en los lejanos Laos y Tailandia.

Como pormenorizada receta culinaria, vayamos primero al mango. Lo mismo desde hace una cantidad tal de años que viene ocurriendo como esos patos que migran desde la Florida en busca del calor insular. La madre naturaleza cumple al pie de la letra su misión de hacer florecer la mata para rendir sus frutos que pronto se perderán en el campo y los pocos  que lleguen a la mesa estarán tan caros o más que una manzana traída desde California o Chile por obra y gracia de los desatinos del hombre.

Con los mangos en reposo, acudamos entonces a esos especialistas hermanos vietnamitas que se han traído todo lo necesario para el arranque. Desde abonos, insecticidas, fertilizantes y semillas con soberano rendimiento por hectárea. Expertos agricultores y maestros en la tenacidad laboral.

Mangos y arroz por separados, pero unidos por un cordón umbilical llamado incapacidad nacional para asumir nosotros mismo tales retos a pesar de que algunos digan ante un micrófono o aferrados a un buró, que el culpable del arroz con mango sea el bloqueo imperial.

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