Al trumpismo ibérico o “a la madrileña” le caracteriza la mala educación, la manipulación y la mentira.
Esta estrategia se basa en llamar la atención, recurriendo al insulto fácil y al populismo peor entendido. No se trata de tener razón ni de convencer racionalmente, sino de mantener el foco y generar flames permanentes en la opinión pública. Lanzar acusaciones criminalizadoras contra toda oposición rompiendo el “decoro léxico”, llamándonos de todo: socialcomunistas, terroristas, violentos, delincuentes. Lo último: el novedoso insulto de “abogada fracasada” que fue cómo me denominó Díaz Ayuso en el último pleno de la Asamblea de Madrid.
Su modus operandi también se basa en agitar la falsa bandera de la libertad, en términos vacuos y anti comunitarios. Libertad de elección de colegio- siempre que sea privado o concertado-, seguro médico, vehículo o residencia fiscal. Una libertad sólo destinada a aquel que se la puede pagar.
Y, por último, el trumpismo ibérico también está impregnado de un perverso regionalismo madrileño, asociado a un estilo de vida hiper-individualizado, consumista e irresponsable, al que dice dar igual trabajar 12 horas con tal de poder tomarse unas cañas mientras ver el Hormiguero.
Sin embargo, este nuevo estilo comunicativo no rompe con los históricos rasgos que han caracterizado los 26 años de sucesivos gobiernos del Partido Popular en la región. Lo que parecía en un primer momento una huida hacia delante de los restos del aguirrismo que logró sobrevivir en sus cuarteles de invierno de la Corte de Madrid, se ha transformado únicamente en una renovación del discurso.
La Comunidad de Madrid sigue siendo el buque insignia de la especulación española, sede de fondos, constructoras y rentistas varios, con una fuerte alianza entre la derecha, determinados medios de comunicación y algunos sectores del mundo de la judicatura. Se podría decir que existe un conglomerado inmobiliario-financiero-político-mediático, con origen en el franquismo, con sede en Madrid y con un poder acumulado que se proyecta sobre todo el país.
Claramente el punto de apoyo más sólido es el Gobierno de la Comunidad de Madrid (desde donde se reciben ayudas, incentivos, encargos, subvenciones, cuadros, influencias, estatus…), con el que baila una coreografía política cada vez más coordinada.
En definitiva, mientras en Madrid siga gobernando el Partido Popular, Madrid seguirá siendo el domicilio de la élite del poder real (económico, mediático, judicial, monárquico) y la “Corte” del Estado.
Por eso, los que somos nuevos en política parlamentaria tenemos el reto de no desfallecer y continuar. Frente a sus insultos, faltas de respeto, no nos queda otra que desenmascararlos. Porque son el mismo PP de siempre.
Para que nuestra región avance y rompamos de una vez por todas con la brecha de desigualdad más grande de todo el país, tenemos que ser responsables, educadas y mejor que ellos. Haciendo otro tipo de política: cercana, comunitaria, basada en el respeto, la igualdad, y la dignidad de las personas.
En definitiva, frente a su “trumpismo ibérico”, “guante de seda en puño de acero”.
**Alejandra Jacinto es diputada y coportavoz de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid.
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