Señor Presidente del Parlament de Catalunya, su actitud frente a las asechanzas que Puigdemont y sus valientes maquinan desde Waterloo, parecen atenerse a pautas de decencia y respeto a la institución que encabeza.
Iniciativas para investiduras telemáticas e invenciones como la del Consejo de la República de ambientación bolivariana instalarían en el Palau de la plaza de Sant Jaume a un inválido, una marioneta que inmediatamente se rebelaría y pugnaría por el pleno ejercicio de sus atribuciones legales, ejercidas sin condicionamiento inaceptable alguno. Atentos.