Monseñor, tras diez años al frente de la Nunciatura, sus declaraciones de despedida acusan al Gobierno de resucitar a Franco, dicen que hubiera sido mejor dejarlo en paz mientras Dios lo juzga, y alegan que la tumba está en la abadía donde viven los monjes benedictinos.
Excelencia más le hubiera valido reconocer que Franco fue declarado hijo predilecto de la Iglesia y que mientras fusilaba a mansalva nunca se le privó de entrar bajo palio en las catedrales. Deferencias con la familia del dictador, silencio sobre el impresentable prior y coces al Gobierno. Veremos.