Señor Candidato del Partido Socialista, su indiscutible victoria electoral era merecedora de la felicitación nocturna que, conforme a las reglas de la más elemental cortesía, deberían haberle ofrecido sus rivales pero que ni Albert Rivera ni Santiago Abascal le brindaron.
Anoche, al saludar triunfante en Ferraz, tuvo un gesto de líder negándose a ser arrastrado por quienes gritaban “¡Con Rivera, no!”. Marcó así la diferencia de su actitud sin más cordón sanitario que la Constitución. Parece haber aprendido que los entusiastas suelen marcar un camino de perdición. ¡Atentos!.