Señor ministro de Justicia, ayer afirmó en el Senado que las penas que castigan el delito de sedición -por el que fueron condenados los del procés- resultan inusitadamente altas, tildó de decimonónica su tipificación, fijó su origen en 1822, precisando que se había pensado para dar respuesta a una conducta propia de hace dos siglos.
Pero, no se me despisten, todo es ruido, mucho ruido, como en la canción de Sabina. El propósito era ambientar la mesa convocada esta tarde en Moncloa con los indepes, quienes reclamarán indemnizaciones por las penalidades sufridas. Atentos.