Señor Lehendakari del Gobierno Vasco, los etarras, imbuidos de retórica nacionalista en los noviciados religiosos, empuñaron las armas a la búsqueda de patria y la ensangrentaron, sin atender la llegada de la democracia ni del autogobierno a Euskadi.
Querían disolverse con una imagen honorable, a la manera de la rendición de Breda o del abrazo de Vergara, inmortalizada por un Velázquez. Ni siquiera tendrán misa de pontifical en Loyola oficiada por un legado Pontificio. Tiempo de penitencia para quienes contemporizaron, acérquense los presos y evítese que se queden con la pasta.