Señor, sucede que la primera Navidad resultó de un censo ordenado por César Augusto, en cuyo cumplimiento José y María acudieron a empadronarse a Belén de Judea donde nació su hijo, que envolvieron en pañales y acostaron en un pesebre al no encontrar alojamiento.
Desde entonces, nos felicitamos la Navidad aunque el recuerdo de los ausentes, inevitable en todos los censos, ponga una nota de tristeza. Su mensaje de anoche intentaba ahuyentar el resentimiento y el rencor e impulsar la reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad. Sea.