Señor presidente de los Estados Unidos de América, vuelto del hospital militar, sin haber superado aún la Covid-19, sin respetar las prescripciones médicas más elementales, sin mascarilla, sin guardar la distancia de seguridad, su comparecencia en el despacho oval de La Casa Blanca rodeado de asesores, como campeón del caos que atiza con decisiones contradictorias, emulando al gato Cheshire del cuento de Alicia en el país de la maravillas, se ha permitido describir como “una bendición de Dios el haber contraído la enfermedad, asegurando que eso ayudará a curar a otros estadounidenses” y quien sabe, añadimos aquí, si a resucitar a los más de doscientos mil que se ha llevado a la tumba.
¡Qué vergüenza para América y para quienes aceptamos el liderazgo de ese país!