Señor Presidente de los Estados Unidos, el léxico de sus mensajes de Twitter es un buen revelador de sus limitaciones psicológicas y cerebrales, de su infantilismo propenso a enrabietarse por cualquier capricho insatisfecho, de su tendencia a amenazar con la fuerza, a ejercer la crueldad con los más débiles, a ruborizar de vergüenza incluso a sus palmeros más adictos -esos que le halagan hasta la náusea- incapaces ya de soportar su falta de la más elemental educación.
Urge que le quiten el botón de los misiles bonitos, nuevos e inteligentes y le pongan a jugar a las canicas.