Señor vicepresidente segundo del Gobierno, qué ocasiones de lucimiento le brindan las sesiones de control, cómo goza calificando a quienes le cuestionan, esquivando las preguntas, excitando a sus rivales, negándoles que tengan agallas o lanzándoles de su refranero favorito eso de perro ladrador poco mordedor, sin caer en la cuenta de la reversibilidad de unas acusaciones que le serían de plena aplicación.
Lo mejor fue cuando dejó claro que sigue sin acordar con el presidente Sánchez unos Presupuestos que presentar al alimón en público. Veremos.