Una antigua base rusa en Latakia (Siria) (Foto: Europa Press/Contacto/Adrien Vautier)
El conflicto en Siria ha entrado en un nuevo capítulo este domingo con el anuncio del Ministerio de Defensa del comienzo de la “segunda fase” de la operación militar contra grupos armados afines al depuesto expresidente Bashar al Assad.
Tras declarar seguras las ciudades costeras, las fuerzas sirias se han propuesto perseguir a los restos de la guerrilla assadista refugiada en zonas periféricas, generando inquietud en la comunidad internacional ante las denuncias de posibles masacres y violaciones de los derechos humanos.
Las tropas sirias, según el portavoz del Ministerio de Defensa, coronel Hasan Abdul Ghani, han logrado el restablecimiento de la seguridad en puertos estratégicos como Tartus y Latakia, focos iniciales del levantamiento. Este avance se ha convertido en un paso fundamental para consolidar el control gubernamental en la franja costera.
“Con las ciudades bajo control, las fuerzas de seguridad se centran ahora en regiones rurales donde las facciones assadistas podrían reorganizarse”
La estrategia gubernamental apunta a evitar la reagrupación de los seguidores del régimen derrocado, quienes, de acuerdo con las autoridades sirias, han buscado refugio en áreas montañosas de difícil acceso.
En las últimas horas, se han registrado enfrentamientos en el depósito de gas de Baniyas, en los alrededores de la provincia de Tartus, donde se cree que “criminales de guerra” y grupos armados leales a Al Assad han instalado su refugio provisional. De forma simultánea, se han intensificado los choques en la zona de Qadmus y en la campiña de Latakia, escenarios claves para la consolidación de la autoridad gubernamental en la región.
“Las acciones militares se están expandiendo rápidamente por la costa y las colinas, con el objetivo de frenar cualquier intento de resistencia del antiguo régimen”
Estas operaciones buscan aislar completamente a los grupos que aún oponen resistencia, y evitar el posible aprovisionamiento de armamento y refuerzos externos.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada de violencia. Desde el inicio de la semana, activistas sirios han denunciado una presunta masacre civil que habría afectado especialmente a la población alauí —la misma confesión religiosa que profesa el expresidente Al Assad—, con un saldo de más de un millar de víctimas mortales.
En respuesta, el Ministerio de Defensa sirio ha anunciado el inicio de un proceso paralelo para localizar y desarticular “grupos de indisciplinados” e individuos no autorizados que podrían estar cometiendo abusos contra los civiles. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos advierten que esta medida podría agudizar las tensiones en las zonas más afectadas por el conflicto.
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