Luego, con el tiempo, en las aulas preuniversitarias de 1968 llegó la llamada Ofensiva Revolucionaria que con par de escobazos eliminó lo poco que quedaba en esa condición. Tanto, que los que estudiábamos en el preuniversitario René OReiné, en La Víbora, nos quedamos sin sitio alguno donde merendar.
Más tarde, ya mayorcitos, en las clases de diversas materias supimos por los clásicos del marxismo que la idea de montar una nueva sociedad era a partir de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción. Los fundamentales, puntualizaba aquel señor de blancas barbas y sus seguidores por toda Europa.
Una pequeña bodega, una barbería, una cafetería, zapatería, taller de reparaciones no eran fundamentales, pero pasaron a control estatal.
Como no hay nada más cambiante que la propia vida hemos visto renacer el concepto de “privado” a regañadientes para algunas autoridades que continúan apostando en contra de él y no pocos lo tratan como “otras formas no estatales” o algo por el estilo. Nunca por su nombre.
Los que estudiaron economía, filosofía y otras carreras afines podrán entender mejor lo que está sucediendo. Aquellos que nos inclinamos hacia las letras estamos ahora mismo perdidos en un espeso y enmarañado bosque de números, conceptos económicos y cifras que nos provocan falta de aire, turbulencias neurológicas sin contar esos por cientos que pudieran provocar una obstrucción intestinal.
Así las cosas, como decía nuestro colega ya fallecido Fritz Suárez Silva, una mipyme en la vecindad ha organizado una fiesta infantil con dos consagradas figuras de la tv nacional que, hasta uno, con setenta y tantos años a cuestas deseaba ocupar asiento, prestarle atención al payaso o intentar descifrar una de las adivinanzas…