Vuelve otra vez a influir en el escenario internacional la envidiable posición geográfica de la isla a sólo 90 millas náuticas de las costas estadounidense y siempre codiciada por grandes potencias o intereses comerciales como centro de expansión y otros menesteres.
Politólogos y analistas dándose banquete a partir de ciertas declaraciones de un alto cargo ruso al que deben sumarse otras tantas provenientes del Caribe apoyando al Kremlin, sin que desde Cuba se conozca por el momento algún pronunciamiento oficial al respecto.
Muy disgustado el señor Putin con esos cohetes de alcance medio frente a sus fronteras con Ucrania y ese incremento de fuerzas militares por los alrededores.
Como en bronca de barrio que no llega a la violencia, los contendientes intentan negociar y, en caso negativo, pues presionar desde posiciones de fuerza. Diplomáticos con corbatas de seda y oficiales con uniformes de gala en acción.
Algo parecido ocurrió cuando la Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre en que al final del peligroso episodio, y de espaldas a Fidel Castro, los gringos retiraron sus cohetes de Turquía y ellos los que estaban en Cuba.
Si se va a repetir la historia será asunto de los especialistas y estrategas de la política y de la guerra que se sabe soy muchos y variados en este ambiente, también recordado, de otra guerra fría.
Habrá que aguardar por los acontecimientos. Que sean los entendidos quienes vaticinen. Biden aumentará la vigilancia a Cuba no sea cosa que desembarquen de un lujoso yate de recreo cuatro rusos con algo enfundado y parecido a la última versión de un Kaláshnikov para que ahí mismo, como acto de magia, se enturbie el ambiente por este lado del charco.