Los dólares de Adelson

No hay más remedio que manifestar una rendida y estupefacta admiración por ese mago conocido con el nombre de Sheldon Adelson. Un profesional con el que no resulta nada aconsejable sentarse a jugar unas manos de póker. Y si no están convencidos de eso, deténganse a pensar, todo lo que ha conseguido en España este tahúr de primera sin que nadie haya visto aún el color de sus dólares.

A sus ochenta años, el jefe de Las Vegas Sands se ha movido en multitud de ocasiones en entornos peligrosos y, probablemente, haya luchado mucho para sacar adelantes sus complicados negocios que, además, se producen siempre en ese límite de lo legal que convierten en dudosa, se quiera o no se quiera, la reputación de los hombres de un sector que, quizá, sea como cualquier otro, pero no lo parece. Por eso, este paseo por España de la mano de los líderes del PP madrileño, le debe resultar una especie de visita a Jauja, o merecido premio ganado tras la dureza de su larga trayectoria.

Aquí Adelson, sólo con su palabra, con asegurar de que dispone de financiación para ese macroproyecto conocido con ‘Eurovegas’ que quizá nuestros nietos vean construido un día, ha logrado sin casi mover una ceja que dos gobiernos, el autonómico y el central, se manifiesten dispuestos a cambiar las leyes que hagan falta en su honor. Y son muchos los remiendos y zurcidos que parece necesitar el sistema legal español para que los hombres de Las Vegas Sands tengan el negocio asegurado.

Para empezar hubo que hacer una polémica reorganización del plan urbanístico de Alcorcón, realizada con eficacia y velocidad por el alcalde David Pérez, un rendido admirador de Adelson, para que esos terrenos rústicos en los que supuestamente va a elevarse Eurovegas, pudieran ser recalificados. Y están también esas suspensiones de algunas prohibiciones vigentes en el resto del territorio nacional que no tendrán que respetarse en la meca del placer madrileña de Las Vegas Sands. Ya se sabe un entorno paradisíaco en cuyos bares, cafeterías y casinos se podrá fumar, por ejemplo, sin que ningún agente de la autoridad pueda impedirlo.

Y, aunque, este caso tenga mucho de anécdota, muestra a las claras, esa disposición servil con que primero Esperanza Aguirre y ahora Ignacio González se apresuran a hacer realidad los deseos de Sheldon Adelson. Un jefe, por cierto, que es esquivo y no informa casi de nada a sus súbditos políticos de la Comunidad de Madrid. Tal es su opacidad que, periódicamente, el líder del socialismo madrileño, Tomás Gómez, puede sumarse a la partido, de farol o no, y, como ha hecho esta semana, asegurar que dispone de información y sabe que Eurovegas no va a construirse nunca.

Lo peor es que ninguna de las autoridades españolas involucradas en el asunto ha podido desmentir a Gómez. Y hasta habrá habido algún político del PP convencido, visto lo visto, de que el socialista está en lo cierto, sobre todo en esas segundas líneas del PP donde más de uno no da crédito a lo que está pasando. Hasta el punto de que el desmentido ha tenido que llegar desde Las Vegas, porque cualquier declaración al respecto del presidente de la Comunidad de Madrid o sus consejeros no le resulta creíble a nadie.

Lo dicho. Un hacha Sheldon Adelson. Un elemento de tal categoría que, a lo mejor, hasta le aguantaba algunos rounds en el cuadrilátero a ese grande entre los grandes que se llama Silvio Berlusconi, con el que parece tener algunas semejanzas. Al fin y al cabo, los dos viven a jornada de completa de la industria del espectáculo. Y ya saben como decía la canción de Irving Berlin, «there´s no business like show business».

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