Ofrecer comida a los hambrientos y tener cola de menesterosos da mala imagen, por supuesto, y hay autoridades que se resisten a tolerarlos. Ocurría en el pasado, con la oprobiosa, que prohibía la mendicidad en las calles. Hace poco lo hacía también el alcalde de Valladolid que por algo admira al de la lucecita de El Pardo. Ahora es el Ayuntamiento de Barcelona que al parecer se niega a cumplir esa obra de caridad que exige a los cristianos dar de comer y de beber a los que tienen hambre y sed.
En Barcelona, tanto el Ayuntamiento como la Generalitat, despilfarran dinero en pompas y vanidades, como embajadas ficticias por el mundo y propaganda para conseguir un Estado independiente que les permita tener acceso a más y más rimbombantes cargos públicos. Así intentan ahorrar en caridad y ocultan a sus vecinos más desafortunados, a los que ni siquiera tienen lo más elemental para seguir viviendo. Prefieren que se mueran con el estómago vacío unos semejantes a que se sepa que en su ciudad también hay pobres de solemnidad.
Cataluña, está bien claro, ha caído últimamente en poder de políticos egoistones, insolidarios y utópicos. No quieren repartir con otras regiones más que las ventajas que puedan tener allí sus productos ni quieren que sus mendigos remedien sus necesidades más elementales para no empeñar su presunta supremacía. Algunos responsables con mando en plaza, imagino que por fortuna no todos, deberían mirárselo. Primero, porque lo suyo no es para tanto, ahí están sufriendo las penurias presupuestarias como todo dios y escondiendo barrios de chabolas como en todas partes, y segundo, porque la vida da muchas vueltas.
Ahora usufructúan rentas más altas que otras regiones, bien es verdad que en buena medida porque otras regiones cooperan como clientes, pero esas situaciones nunca son eternas. Y un mal día, Cataluña en general y Barcelona en particular, puede necesitar la solidaridad de los demás, que espero no se tomen revancha y respondan como ciudadanos responsables. No es la primera vez que ocurre. Hasta los mendigos que ahora el Ayuntamiento quiere condenar en vida puede que algún día les leguen de alguna manera las desgracias que ahora otros les desprecian.
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