Cuando llegue la hora de que el Tribunal Constitucional (TC)resuelva alguno de los recursos relacionados con el ‘caso Gürtel’, uno de los jueces que se encargará de hacerlo será el cuñado de Miguel Manoval, el número dos del ‘holding’ Begar que dirige José Luis Ulibarri, imputado por este asunto. Se trata de Enrique López y ha llegado hasta allí gracias al apoyo incondicional del PP.
De hecho, López es uno de los dos magistrados propuestos por el Gobierno en el proceso de renovación de esta alta instancia judicial que culminará en septiembre en el que debían sustituirse cuatro jueces que han terminado su mandato. Con independencia de sus méritos para estar allí, lo cierto es que el nuevo miembro del TC nuca hubiera llegado tan lejos sin el aval del partido conservador. O, al menos, eso podría deducirse del hecho de que cuando fue propuesto en 2010 por esta formación política para ocupar el mismo cargo que ahora ha obtenido, una comisión del Senado dictaminara que no reunía los requisitos mínimos necesarios.
Pero estos expertos se equivocaban porque López si que los reúne, de hecho, en lo tocante a fidelidad al PP y a tener la disposición de obedecer las consignas que le lleguen desde Génova y a defenderlas y argumentarlas no hay nadie que supere a este amigo de Federico Trillo y José María Michavilla. Tanto que hasta ha sido capaz de enfrentarse a la mayoría de sus colegas y ponerse de parte de la controvertida reforma de la Justicia que impulsa el ministro Alberto Ruiz Gallardón.
Y el partido de Rajoy como se ve premia estas conductas. Hasta el punto de haber convertido la entrada del TC de este singular juez en el único punto inamovible de su programa político. En lo único que han defendido cuando estaban en la oposición y han seguido defendiendo tras llegar al poder.
Claro que ese comportamiento tiene fecha de caducidad y unos condicionantes obvios. Hace tres años el PP proponía a López sólo para conseguir que el PSOE le vetará y convertir en imposible la renovación del alto tribunal. No querían hacerlo entonces porque aspiraban a tener su control y ese objetivo no podía alcanzarse sin que estuvieran sentados en La Moncloa.
Mientras tanto, el magistrado en cuestión llenó su curriculum de méritos durante sus siete años, entre 2001 y 2008, como portavoz del Consejo General del Poder Judicial, en los que se dedicó a hacer oposición sin tapujos al Gobierno socialista de la época. Después, cuando ocupó un puesto en la Sala de lo Penal de Audiencia Nacional, ya hizo un par de ‘favorcillos’ más al PP en relación con el ‘caso’ Gürtel, como ayudarles a dejar al juez Gómez Bermúdez fuera del asunto.
Pero ahora, por fin, López está en el sitio exacto para contribuir a que polémicos recursos como los relacionados con Cataluña, el euro por receta o las privatizaciones de hospitales en la Comunidad de Madrid se resuelvan del modo más favorable posible para el interés de sus valedores. Y, claro, también para ayudar, en la medida de lo posible a que todo este asunto de Bárcenas, la Gürtel, los sobresueldos y demás problemas, termine como terminó el caso Naseiro: enterrado para siempre gracias a las maravillosas técnicas que saben poner en práctica los expertos en derecho procesal, maestros en detectar defectos de forma en las fases de instrucción.
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