Estos días los políticos, que son como niños consentidos, han entrado en las declaraciones de la renta de sus adversarios como si eso fuese el gran antídoto contra la corrupción y no una solemne chorrada, y pido perdón por la expresión. Me refiero a la insistencia en que presidentes, ministros, senadores, diputados… en fin, mandamases variados, publiquen sus datos fiscales oficiales, por supuesto que no considero una chorrada, más bien todo lo contrario, la declaración de la renta, que es una de las obligaciones más serias que tenemos los ciudadanos.
La declaración de la renta es un formalismo importante pero que más allá de la evaluación de las tributaciones que estime la Agencia Tributaria, no significa nada; es decir, no significa nada que no sea, eso sí, la situación económica de los declarantes, que puede estar, y de hecho está, en función de diferentes ingresos que no tienen por qué ser delictivos ni nada que se les parezca. Lo normal es, y ahí es donde hay que incidir, es que los corruptos, los sobrecogedores de dinero negro y los especuladores con bienes públicos sus ingresos ilegales no los incluyan en la declaración formal; tienen otros muchos resortes para percibirlos intentando que no dejen rastro además de no tributar por ellos.
Saber lo que gana un político y establecer escalas entre ellos es divertido, tiene morbo y puede prestarse a bromas o incluso a argumentos para criticar a los que mantienen posiciones diferentes. Pero la realidad es que no aclara nada de cuanto pueda haber de grave en una actuación. Quien tiene que dilucidar eso serán los propios inspectores de la Agencia, la policía especializada en ese tipo de delitos y en última instancia los fiscales y jueces. Las declaraciones que se han revelado hasta ahora y las que se difundirán en los próximos días no aclaran si hubo financiación irregular en el PP, si sus dirigentes recibieron sobresueldos opacos, nada… Las dudas que surgieron en torno a Barcenas, su contabilidad b y sus cuentas en Suiza siguen sembrando sospechas razonables. De cortinas de humo estamos hartos.