Una vez más los líderes de EH Bildu están dando pruebas de gran clarividencia política, cultural y social. Una de sus propuestas estrella en la campaña de las elecciones autonómicas del 21 es marginar el español, si es que no erradicarlo, en la enseñanza y colocar el euskera como centro de la formación lingüística de las futuras generaciones. Esperemos que no ganen esos insensatos o por lo menos que no gobiernen por el bien de los niños de aquella comunidad autónoma que no tienen culpa alguna de las ideas pánicas de algunos de sus políticos más iluminados por su radicalidad y devoción a la violencia.
Desde luego, nada tengo contra el euskera, un idioma que siempre ha despertado mi curiosidad y admiración y del que he aprendido algunas palabras y algunas frases. Creo que hay que conservarlo y contribuir a su conocimiento y difusión pero, ¡por Dios!, pretender convertirlo en el eje de la formación de los futuros ciudadanos del mundo, como estarían predestinados a ser los vascos, se vislumbra como una auténtica barbaridad. Como lo es renunciar a que desde pequeños aprendan a dominar uno de los idiomas internacionales con más potencial de desarrollo, como es el castellano.
Estamos sin duda ante una genialidad entre tantas como prodigan los fanáticos del nacionalismo, sea del signo y la amplitud geográfica que sea. Algo debe de tener esa adhesión política que tanto limita la capacidad de pensar y discernir entre los impulsos y los raciocinios que muchos no acertamos a descifrar. Nada cabe objetar, por muy internacional que uno se considere, a quienes sienten su condición euskaldún tal y como si el universo empezase en Hondarribia y acabase en Alsasua pero de ahí a pretender imponerlo coartando la formación de los niños y jóvenes para que no conozcan otra cosa, para que no puedan relacionarse con quienes tienen otros criterios, para que tengan que subsistir con un idioma extra minoritario, es un disparate que no debería quedar impune. Estoy seguro que si llegase a consolidarse ese propósito demencial no pasarán muchos años sin que buena parte del pueblo vasco se lo demandaría