¿Se estará despertando Bernanke?

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¿Se estará despertando Bernanke?

En los últimos días, el presidente de la Reserva Federal de EEUU, Ben Bernanke, y otros representantes de la aristocracia financiera y política de Washington parecen desarrollar una actividad pública superior a la habitual y han empezado a señalar a algunos operadores financieros, cuyas prácticas de riesgo recuerdan a los usos habituales de los tiempos previos a la burbuja, como renovados y peligrosos agentes de esa banca de inversión internacional que desencadenó la crisis y presenta una trayectoria incierta y cargada de sobresaltos en su historia reciente.

Bernanke y sus compañeros de denuncia se limitan a señalar los peligros ciertos y de sobra conocidos asociados a la actividad de los brokers de los mercados y divisas cuando se dedican a realizar operaciones fuera de todo control, a cortísimo plazo, en las que priman sus intereses aunque provoquen, seguro que sin acritud, la zozobra y la inestabilidad de la población de naciones enteras.

Cualquiera que se haya aventurado un poco en el análisis de la arquitectura de los grandes mercados puede llegar a la conclusión de lo imprescindibles que resulta dotarles de algún elemento de supervisión y control. Desde hace mucho tiempo.

Por eso, no se trata de una novedad, es algo que se sabía, incluso antes de el monumental colapso. Lo curioso es que ahora Bernanke y otros portavoces autorizados de la política estadounidense empiecen a señalar que estos mecanismos resultan necesarios. Y, aunque es cierto, que el año electoral que vive EEUU propicia y abona este tipo de comportamientos, el hecho de que el principal denunciante sea el presidente de la FED y no alguna figura política relevante del entorno de Obama, le da un cierto marchamo de verosimilitud.

A lo mejor, de verdad, en algunas instituciones hay hombres que quieren ponerle freno a estas actividades incontroladas de los mercados y se disponen a volver a impulsar los mecanismos necesarios para hacerlo.

El proceso no tendría que ver con el intervencionismo ni con esa supuesta y peligrosa tendencia hacia la economía socialista que denuncian los fanáticos del Tea Party. Sería más bien, recuperar las fronteras y las barreras infranqueables de protección que supusieron las normas de la Ley ‘Glass Steagal’ que desde los años 50 acotó los territorios en que tenían que moverse las entidades financieras, sobre todo aquellas que captaban depósitos de clientes minoristas a quienes les estaba completamente vedado jugar en la peligrosa liga de Wall Street. Pero, en 2003 se eliminó todo vestigio de la tutela impuesta a las entidades financieras con el resultado posterior que ha podido apreciarse.

Por eso tal vez sea la hora de restablecer las reglas del juego en este territorio para asegurar la máxima transparencia y la igualdad de oportunidades y el regreso de la verdadera esencia del mercado que requiere luz y taquígrafos y no la opacidad que ahora se reclama desde algunos sectores del negocio.

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