«No queríamos comprarnos la CAM y nos la vamos a comprar con el Sabadell, incluido». Esta frase, procedente de un consejero de La Caixa, de procedencia sindical, sirve como antesala de una andanada más de pesimismo. Quizá porque ese es el sentimiento de un colectivo que se ve abocado a negociar un recorte de plantilla a la baja que puede afectar al 30% de los empleados de las cajas y los bancos españoles.
Es lo malo de las fusiones y de la obligada reducción de capacidad instalada y del achatarramiento al que inevitablemente parece que se dirige velozmente un sistema financiero que tendrá que reducirse y reinventarse, según apuntan los observadores más expertos en la materia, que señalan además que hacen falta nuevos modelos de negocio.
Pero no todas las fusiones valen. Ni siquiera algunas que quizá contarían con el beneplácito de quienes pudieran protagonizarlas. Sobre todo porque en el entorno de su competencia pueden desarrollarse más que fuertes resistencias a según que operaciones.
A esa fusión de Bankia con La Caixa, por ejemplo, de la que tanto se habla en determinados ambientes de la capital de España. Una operación que quizá le gustaría a Rato y Fainé, dos figuras en buena sintonía desde la década de los noventa, cuando el uno era ministro, y según las lenguas viperinas mal informadas que pululan ahora por los madriles, le solucionó algunas inspecciones de Hacienda a la caja catalana.
No será cierto. Ni tampoco que podría crearse un monstruo de espectaculares dimensiones que necesitaría unas ayudas públicas notables para salir a flote. Pero, sí lo fuera, tal vez los bancos, los grandes y los medianos, se opusieran porque de consumarse su propio futuro como competidores sería aún más incierto.
Osea que, a lo mejor, lleva razón el consejero y lo que viene sean, por enésima vez, los peces grandes que se comen a los chicos. Eso sí con toneladas de bicarbonato procedentes de los impuestos para facilitar una digestión que puede llegar a ser más pesada de lo que parece y devenir en empacho.
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La fusión entre La Caixa y Bankia, altamente improbable
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