Nos ha sorprendido bastante aquí en la redacción ver una foto de Emilio Botín, presidente del Banco Santander, en Brasil. No por el hecho de estar en Brasil, en donde su entidad tiene bastantes intereses, sino por la foto en cuestión: el banquero aparece en una de las favelas más peligrosas del país, rodeado de chavales con los que uno no querría cruzarse por la calle una vez ha oscurecido, sonriendo y anunciando que una de las próximas sucursales del banco caerá por ahí cerca. Tal cual.
La pregunta que le he hecho a mi jefe ha sido sencilla: ¿Es tan importante Brasil como para jugarse la vida promocionando una marca de esa manera? El que me paga ha debido de sentir cierta compasión por mi ingenuidad y me ha explicado que probablemente Botín no se haya jugado la vida con la toma de la instantánea mientras me decía que sí, que claro, que Brasil es un país de gran importancia y que de qué guindo me he caído.
Pero por lo visto Brasil es importante no sólo para el Santander. También para Telefónica, Iberdrola y tantas otras empresas españolas. Por su gran crecimiento económico, cuyo ‘culpable’ es Lula.
