Hoy me parece a mí que he pillado a mi jefe mosqueado, y me ha metido cuatro voces al teléfono de las que hacen historia. Porque resulta que esta mañana he acudido a unas jornadas en donde varios directivos han expuesto sus ideas y opiniones sobre la ‘marca España’ (todos hablaban de cómo se vende España en el exterior o algo así), y uno de ellos ha venido a decir algo así como que España no tiene todavía marca definida porque no sabemos lo que somos.
Ha sido al llegar con esta cuestión al que me paga cuando se ha desatado la tormenta. Mi jefe ha dicho que eso es una gilipollez, que son argumentos basados en el famoso mito de la pandereta y que lo que más le revienta es que estas explicaciones las dé gente relativamente joven (el directivo que ha mantenido esta opinión en cuestión lo era). Y luego ha cargado contra el supuesto ejemplo que ponen muchos al hablar de patriotismo: EEUU. Y me ha soltado que los estadounidenses no se ponen de acuerdo ni en el derecho a la vida. Sólo en firmar en dólares y en la bandera. En otras palabras, que ni ‘marca España’ ni nada; trabajo, eficiencia y capacidad de penetración en los mercados.