Los políticos que se meten a científicos suelen provocar muchas risas, aunque en algunas ocasiones también dan pena y generan bastante indignación. Es el caso del alcalde de Huarmey, una pequeña localidad de Perú, que ha pedido a sus conciudadanos varones que no beban agua del grifo para no que no se vuelvan homosexuales.
El ‘lumbreras’, José Benítez Pantoja, basa su peregrina teoría en que el estroncio que, al parecer tiene el agua, disminuye las hormonas masculinas y les podría pasar como a un pueblo vecino, Tabalosos, en el que él ha contabilizado hay 4.000 gays. Las autoridades peruana han negado que el exceso de estroncio en el agua provoque la reducción de hormonas masculinas aunque sí podría provocar cáncer óseo, anemia o problemas cardiovasculares, que digo yo que eso sí que son argumentos de peso para no catarla.
Se me ocurre que este ‘sabio’ alcalde rige los destinos de un pequeño municipio, pero ¿qué pasa si la memez de considerar la homosexualidad una enfermedad la pronuncia el presidente de un país? Pues que sigue siendo una sandez que retrata a quien la dice. Me refiero a Evo Morales, presidente de Bolivia, quien como recordaréis vinculó la existencia de la homosexualidad con la ingesta de pollos. Y como no hay dos sin tres hay un periodista estadounidense que culpa a la leche de soja, que dice, recomiendan muchos pediatras de estar creando una generación de homosexuales.
Llegado a este punto se me ocurre ¿no podrían estos personajes dar una lista de los alimentos y bebidas que han tomado ellos para evitar que nos volvamos… gilipollas?
