Un indulto lógico y razonable

Mi jefe dice...

Un indulto lógico y razonable

Nada más terminar el tradicional ‘round’ del día con mi jefe, y tras un paseíto por twitter, me he arrepentido de la pregunta que le hice. Las redes sociales bajan cargadas de comentarios sobre el indulto concedido por el Gobierno a Alfredo Sáenz, el consejero delegado del Santander, y al común de los tuiteros parece gustarle muy poco que los socialistas hayan perdonado a un banquero. Hay, además, ‘tuits’ de muchos notables ‘viejunos’ que se suman a la crítica. Internautas como Mario Conde, el multicondenado banquero, o Pedrojota, director de ‘El Mundo’

¿Pensará lo mismo mi jefe? Él quiza sepa algo de un caso que se remonta a la década de los noventa, cuando el techno de Detroit llenaba las pistas de las discotecas.

De modo que, me he armado de valor y he decidido darle otro toque. Y, hete aquí que al señor director, le parece un indulto muy lógico y muy razonable y está convencido de que le correspondía efectuarlo al Ejecutivo saliente. Lo mismo que le pasó al demócrata Bill Clinton cuando liberó de sus condenas al financiero Marc Rich, poco antes de dejar la Casa Blanca.

Esa historia, por cierto, me tocará mirarla en ‘Google’. Pero, por ahora, me toca limitarme a seguir el hilo del veloz razonamiento de mi jefe que describe lo que le ha sucedido al consejero delegado del Santander como ‘una sucesión de desgracias jurídicas’, difícil de entender.

Mi jefe cree que a Sáenz le pasó eso. La condena de prisión que recibió no está relacionada con el ‘vaciado’ de la caja del banco en el que trabajaba. El presidía un banco que Mario Conde, precisamente, había vaciado, según quedó demostrado en distintos juicios. Y era el máximo ejecutivo cuando los servicios jurídicos de la entidad, que quizá se pasaran de frenada, querían recuperar en los tribunales, un crédito moroso concedido a la empresa Harry Walker. Un préstamo firmado en la etapa anterior, la de Conde, cuyas garantías y avales no estaban suficientemente bien acreditadas.

La reclamación, formulada a través de una demanda por estafa, tuvo como resultado que Pedro Olabarría, Modesto González Mestre, y Luis Fernando y José Ignacio Romero, los responsables de la empresa morosa dieran con sus huesos en la cárcel. Además, la condena fue firmada por un tal Pascual Estevill, un juez que luego fue condenado por prevaricar.

Lógicamente, los perjudicados, con razón o sin ella, se han dedicado con todas sus fuerzas a la venganza. Y, esto, quizá hasta mi jefe lo pueda comprender, aunque no es tan fácil, sin embargo, comprender los comentarios sobre el indulto de Sáenz que ha realizado hoy en su twitter el ínclito Mario Conde. Justo el mismo que ‘concedió’ el crédito moroso…

Hay, dice mi jefe, unas diferencias notables que considerar. No es lo mismo ser condenado por un posible exceso de celo en la defensa de los intereses de los accionistas de su empresa, (como era el caso de Sáenz, que, en el peor de los supuestos lo que intentó hacer fue recuperar un dinero que legítimamente era del banco que presidía) que ser condenado por haberte llevado el dinero de la caja. Justo lo que le pasó a Mario Conde.

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