Enfermar en Cataluña

Opinión

Enfermar en Cataluña

Ponerse enfermo nunca es bueno, pero enfermar en Cataluña con lo que está cayendo aún puede ser peor, mucho peor. Unos años atrás los gobiernos convergentes catalanes se desgañitaban reclamando las competencias en materia de sanidad.

Escuchándoles tal parecía que su nacionalismo guardaba secretos milagrosos para curar enfermedades que en otros lugares no tenían remedio. Pero todo llega en la vida: Cataluña, como las demás regiones, tiene transferidas las competencias sanitarias y nadie, absolutamente nadie, puede decir ni dice que las prestaciones hayan mejorado, que las listas de espera para las intervenciones quirúrgicas sean menores y que el funcionamiento del sistema, empezando por su financiación, tengan menos problemas. Más bien al contrario y la prueba es que tanto médicos como pacientes están que echan los dientes.

La Administración autonómica de la Generalitat presume de funcionar como una seda pero llegado el momento acumula tantos retrasos como las demás y para justificarse, según se les va agotando el plazo para acusar a sus predecesores, da tumbos con ideas de patas de banco que ponen de los nervios a los interesados que aún no lo están. La última de que tenemos noticia es la orden de que los hospitales cierren cinco días al año, para ahorrar imagino que luz, agua, desgaste de las sábanas y poco más. La cosa si no fuese tan estremecedora y absurda tendría guasa. Pero no la tiene, no. ¿Acaso cinco días al año, todavía no sabemos cuales, los catalanes no se pueden poner enfermos, ni sufrir accidentes de tráfico ni dar a luz las mujeres?

A estos hay que agregar otras propuestas no menos disparatadas que de momento, en espera de su aplicación definitiva, ya están poniendo el derecho a la salud que todos tenemos en vías tercermundistas. Incluso las farmacias amenazan con dejar de dispensar las prescripciones hechas por los médicos de la Seguridad Social porque no saben cuándo van a cobrarlas y su fondo de resistencia no les llega para adelantar los pagos a los laboratorios. En Castilla-La mancha y otras comunidades cuecen habas pero en Cataluña a calderadas.

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