Madrid, un estercolero

Opinión

Madrid, un estercolero

De Madrid se va directamente al cielo, pero estos días con los zapatos sucios. La ciudad, que digan lo que digan nunca ha sido una patena, ahora la tenemos convertida en un estercolero. El Ayuntamiento, que está hasta las cejas, se ve que ha querido ahorrar reduciendo personal de limpieza durante el verano y las consecuencias saltan a la vista y… al olfato. Las contratas se han recortado un quince por ciento y la basura se amontona al lado de los contenedores rebosantes de residuos podridos e invadidos por las moscas.

Este otoño ya se anticipa que no habrá recogida de hojas desprendidas de los árboles y los colectivos vecinales han comenzado a movilizarse en actitud de protesta. El aspecto de algunas calles y plazas es deplorable, pero lo peor es el problema sanitario que se empieza a plantear. La prolongación sin precedente del verano, que en pleno mes de octubre se mantiene por encima de los veinticinco grados diurnos y la prolongada ausencia de lluvias está incrementando el ambiente insano.

Mientras, el alcalde y su estado mayor guardan silencio. La deuda de la capital es insostenible y las obras faraónicas del pasado no justifican que ahora la gente tenga que caminar entre basura y exponerse a la amenaza de las bacterias y microbios, generadores a poco que nos descuidemos de epidemias. Todo más propio de una ciudad del Tercer Mundo que de una capital que se jacta del éxito de la Jornada Mundial de la Juventud y aspira a celebrar unos juegos olímpicos o presume de soterrar las vías de circunvalación.

La incomodidad ciudadana empieza a hacerse sentir en los barrios y a través de las redes sociales. Youtube y los periódicos insertan fotografías que recuerdan al Nápoles de Berlusconi y la Mafia. Los barrenderos que han salvado su empleo no dan más de sí y las mangueras que deberían regar las aceras a diario llevan muchas semanas desconectadas de la red. Lo dicho, desde Cibeles al cielo con máscara y botas de goma.

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