Hace tiempo que nadie habla de ellos, pero como las meigas, existir existen. O eso piensan algunos veteranos conocedores de los mercados financieros.
Se trata de los fondos buitre, aquellos que se ponen en marcha cuando un activo se deprecia tanto que llega a valer poco más del 30% de su valor nominal. Justo lo que pasa ahora con la deuda griega que, en los últimos días ha visto reducido su precio hasta el 35%.
En julio, cuando parecía que se aprobaba el famoso segundo plan de rescate, la cotización se elevaba hasta el 75%. Desde entonces, no ha hecho más que desplomarse. Por éso la negociación queda restringida casi a esos fondos buitre que esperan conseguir algo a cambio de una inversión de cierto riesgo.
El mensaje es claro. Si se llega a un canje, del 50% del nominal, si se acompaña de efectivo o cualquier otro tipo de compensación, los operadores que entren en el juego, tendrán algo más que un simple 15% de ganancia. Y esta es sólo una parte, y no la más jugosa, del inmenso negocio de volar por los aires el euro.