Zapatero es un árbol caído y, en palabras de mi jefe, de él sólo se puede hacer leña y poco más. De ahí que ahora todos los pesos pesados del PSOE pasen por su lado y le den una sonora colleja, a cada cual más fuerte y evidente. El último ha sido Pepiño Blanco, cuando ha argumentado que el famoso impuesto sobre el patrimonio podía haberlo implantado hace más de un año, cuando en la primeravera de 2010 el todavía presidente del Gobierno anunció las medidas de austeridad para calmar a unos mercados que siempre le han ignorado, por cierto.
Pero mi jefe dice que Pepiño no es el más indicado para hacer leña de un árbol que él ayudó a regar, estableciéndose durante mucho tiempo como un fiel escudero -o Sancho Panza- del Don Quijote de turno. Ó sea, de Zapatero.
En cualquier caso, cuando alguien en política cae en desgracia, ésta suele ser la trayectoria más común: recibir collejas a diestro y siniestro. No obstante, mi jefe quiere recordar que en el caso de Zapatero, muchos altos cargos del PSOE consideran que los golpes no son sólo parte del guión, sino que además los merece.