Hace varios días que doce trabajadores franceses, de una fábrica cementera, están acampados y en huelga de hambre para intentar evitar que los gestores de Lafarge, les cierren una planta, que ni la dirección ni los accionistas de la compañía consideran rentable.
En la discusión entre unos y otros se encuentran todos los tópicos habituales de estos casos. Hasta el punto de que si se tratara de una película, y con independencia del posible valor del dramatismo de las imágenes, algún crítico calificaría al guión de sarta de tópicos encadenados.
Sin embargo, no es una película y sí que hay novedades relevantes en esta acción que combina la acampada 15M con la huelga de hambre. El tipo de protesta habitual en la historia entre los líderes de los pueblos conquistados por tropas extranjeras que claman por su independencia y la recuperación de su identidad.
Es fácil sentirse así, ante unos mercados que nos humillan con el apoyo de los políticos a quienes hemos votado para que nos defiendan.