Imaginación fiscal

Quien más quien menos, entre los gobernantes quiero decir, se estruja las meninges estos días de crisis y déficit viendo la manera de recaudar más sin que se note, y sobre todo sin que el voto se resienta. Hay quien propone aumentar el IRPF a los ricos, que no por eso van a dejar de serlo ni tener problemas para llegar a fin de mes, pero los ricos suelen ser poderosos e influyentes y muchos mandamases no quieren ganarse su enemistad. Por eso buscan soluciones alternativas. Algunos suben un año sí y otro también los gravámenes sobre el alcohol y el tabaco, que como es malo para la salud tal parece que se encarece para desanimar a los fumadores pero en la práctica es el mejor negocio que manejan los Estados.

Los húngaros son por el momento los dirigentes europeos más imaginativos puestos a crear nuevos gravámenes fiscales. Como en el país empieza a haber muchos obesos, un mal muy generalizado en casi todas partes, han decidido penalizar con nuevas cargas la comida basura, la bollería que se ofrece en las expendedoras automáticas de los colegios, y hasta las golosinas que los expertos aseguran que causan estragos en la báscula donde se pesan los pequeños. Alimentos ecológicos para todos y quien no esté de acuerdo, que pase por las cajas de sus agencias tributarias. Los nuevos impuestos a la basura alimenticia se espera que proporcionen al erario público setenta millones de euros de recaudación extra. Aligerar peso será sin duda bueno para el cuerpo, pero también rentable para la Hacienda Pública. Así que pongamos nuestras barbas a remojo: cualquier día de estos el ejemplo cunde y Elena Salgado, si Pérez Rubalcaba no lo impide pronto, crea un impuesto para las hamburguesas y otro para los chupa chups.

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