Mi jefe me plantea dos cuestiones sobre la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y la primera de ellas es que es indiscutible que al conjunto de las tres administraciones le ha costado mucho dinero.
A la central porque ningún otro viaje de jefe de Estado ha sido objeto de tal parafernalia. A la autonómica porque ha dejado de ingresar millones de euros con los abonos de los transportes. A la municipal por el despliegue de personal público.
La segunda es que frente a los gastos están los ingresos. Los hoteles hablan de que la ocupación ha sido más alta de lo normal por estas fechas, pero el comercio no ha tenido ningún ‘subidón’ espectacular de ventas, salvo en locales de comida rápida y puestos ambulantes.
Mi jefe, que a veces se pone un poco pesado en defender los derechos de los ciudadanos, cree que no estaría de más que tanto las administraciones públicas como las empresas privadas dijeran exactamente cuál ha sido el impacto económico de esta operación.
