Y si el mareo financiero mundial que sufrimos nos obliga a rescatar a los Estados Unidos, ¿qué hacemos? Ya sé, ya sé, que los Estados Unidos no pertenecen a la Eurozona, pero si acaban declarándose en concurso de acreedores, es decir, en quiebra, y tenemos que acudir a socorrerlos igual que a Grecia, vaya papeleta. Qué quieren que les diga, yo no me imagino a Malta o a España escotando para salvar al dólar.
Ahora es China, que sigue acumulando las divisas que sus millones de ciudadanos recaudan en bazares y restaurantes por todo el mundo occidental, quien impone la ley del usurero. Quiere que los norteamericanos ahorren más y gasten menos, sobre todo en inversiones militares, que a ellos les ponen nerviosos. Eso les garantizaría mayor seguridad y mejor capacidad para expandir por el mundo su exportación de quincalla.
Ninguna gran potencia lo ha sido por los siglos de los siglos; todas han crecido, han ejercido su poderío, y se han acabado hundiendo. Ahora le toca derrumbarse al imperio norteamericano y parece, no sé, que ya está en el intento. Los Estados Unidos empiezan a no ser lo que eran y hasta sus propias agencias de riesgo, esas organizaciones siniestras que se han abrogado el derecho a examinar y poner nota a las economías ajenas, ya desconfían de su estabilidad y capacidad para salir adelante en medio de la crisis. Su deuda es brutal y el Tesoro no ve cómo pagarla. El problema de siempre: de los estados y de los particulares. Cuando los gastos superan a los ingresos, pasa lo que pasa. Y mantener la supremacía mundial, con costes tan brutales como la guerra de Afganistán, se ha vuelto insostenible hasta para una economía tan inimaginable como la norteamericana.
A Obama le han tocado malos tiempos para responder a las expectativas creadas por su elección. La deuda le come los proyectos, los chinos le cierran el grifo y dentro el Tea Party, que es como Rajoy pero al por mayor, se encarga del resto. Rescatar a EE UU de tantos problemas, que para nosotros quisiéramos los españoles, va a ser difícil. Pero en fin, que también sus súbditos lloren un poco, no vamos a ser sólo los europeos los angustiados.