Mi jefe me ha llamado hoy, 29 de agosto, a la una menos cuarto, para decirme que las elecciones serían el 20 de noviembre. Una noticia bomba, si no fuera porque desde una hora antes ya podía leerse a cuatro columnas en todos los portales de Internet españoles.
Sin contar con que el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, también lo había contado ya en una comparecencia retransmitida en directo por las ‘teles’ más diversas.
Lo que no había dicho nadie, y eso era verdad es lo que alguien, más imaginativo que veraz, le había contado también a mi jefe. El cuento en cuestión es que esto de las elecciones ha sido cosa de los fontaneros. Y no de cualquier grupo de fontaneros. De los fontaneros de Rubalcaba, en concreto.
Según la fuente de mi jefe, esos fontaneros saben mucho de encuestas y de tiempos. Al parecer, calculan que si ahora la distancia entre Rubalcaba y Rajoy es de siete puntos, en octubre, el momento en que tiene que empezar oficialmente la campaña, será de dos. Y si estamos a dos, habrá partido. Eso es lo que dice mi jefe que le ha dicho uno que conoce a los fontaneros de Rubalcaba.