Algunos políticos conservadores, como la recientemente nombrada directora gerente del FMI, Christine Lagarde, empiezan a desviarse del discurso oficial de esta tendencia en los grandes países del mundo, desde los republicanos de EEUU hasta la omnipresente Angela Merkel, que concentra en los recortes de la deuda pública y la consolidación fiscal toda su artillería. Si los recortes se hacen cuando la recuperación económica no se ha producido, quizá pueda haber crecimiento, pero débil y, por supuesto sin creación de empleo.
En definitiva, Lagarde, quien fue ministra de un gobierno de derechas no hace tanto, señala prioridades. Si la prioridad es crear empleo, conseguir que mejore la vida de la mayoría de la población, los recortes no son el camino. Si la prioridad es otra, quizá quienes defienden con tanto ahínco esta preocupación obsesiva por el exceso de deuda pública, tendrían que explicar exahacia donde intentan dirigir al mundo. No es desde luego hacia la puerta de salida de la crisis. Antes tienen otros propósitos.
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