El alcalde pepero de Valladolid, Javier León de la Riva, hace unos meses que ganó en difícil competición la plaza de bocazas mayor del Reino. Y, celoso de su éxito, la revalida todos los días con nuevas aportaciones al museo del disparate dialéctico en el uso y abuso de la política tabernaria de estacazo y tente tieso.
Nada se le escapa a este hombre de incontinencia verborreica que cada vez que abre la boca sonroja a una buena parte de sus conciudadanos y compatriotas. Es médico de profesión, pero da lo mismo cuando saca la lengua a pastar por el Campo Grande. Igual suelta procacidades de andamio que lanza comparaciones odiosas. Últimamente, ya se sabe, la tiene tomada con la ministra Leire Pajín y hasta con las medidas sanitarias como las restricciones a fumar en público que no pretenden otra cosa que no sea contribuir a mejorar la salud colectiva. Pero el señor de la Riva ni como alcalde ni como médico parece dispuesto a entenderlo ni menos a colaborar en este empeño, como debería ser desde su doble condición política y profesional. Lo suyo es oponerse aunque sea a algo tan elemental como evitar que los riesgos de contraer enfermedades se alejen. Pero no sólo eso, porque para el alcalde de una ciudad tan emblemática como Valladolid, que se intente con medidas adoptadas ya por la inmensa mayor parte de los países desarrollados, y muchos subdesarrollados, lo único que merece es el insulto de compararlas con ¡el Holocausto! Se ve que al señor de la Riva lo del nazismo y sus métodos le va porque sugerir, qué digo sugerir, ¡afirmar!, que restringir el derecho de los fumadores a contaminar a los demás con su humo es como gasear a seres humanos en campos de exterminio no deja de ser una justificación de quienes promovieron y ejecutaron la llamada solución final contra los judíos. ¿Cabe mayor agravio para un pueblo, diezmado en su tercera parte por Hitler y sus secuaces, como igualar su sacrificio con una simple prohibición de fumar en lugares donde sus efectos pueden a contaminar a otros? Para un bocazas como don Javier, parece que sí.