En el balance de final de año, y sin que nadie lo quisiera se nos ha colado Isabelle Caro, una chica que era “modelo” de anorexias. Toscani la hizo famosa en una campaña de piel seca; la chica ha muerto consumida por dentro como la aluminosis del abandono se come a los edificios vacíos. En realidad Isabelle llevaba unos cuántos años hueca, en su portal se daban cita los gatos antes de salir por la noche.
Su foto maquillada se ha colado en el calendario del 2010 que es un año al que algunos van a despedir tirándole piedras por malaje, insano, caótico, almidonado y tristón. Entre los horrores que nos deja este tiempo podemos incluir a la joven que fue “modelo” de todo aquello que no es deseable. Gracias a las cámaras podemos ver cómo se consumió hasta llegar a los límites de la carne, más allá el tuétano y luego nada. Su declive es como si la secuencia del hundimiento del “Titanic” se pudiera contemplar en una valla gigante colocada frente a una marquesina dónde esperar a que llegue el autobús.
Ya estaba muerta. Llevaba un tiempo en esa condición pero es que hasta ayer no le encontraron hueco en el nicho. Hemos construido un mundo en el que hasta los muertos tienen que pedir permiso para ocupar su espacio, y no siempre está libre por lo que se ven obligados a vagar con sus ojeras de reencarnados cerca de las tapias del cementerio.
Isabelle se ha ido cuándo era hermosa y guapa. Una reunión de gatos maúlla por ella. Sus huesos livianos son la portada del calendario 2010 de causas perdidas.