Caracas, ciudad sin ley

El otro día en Caracas se repitió la leyenda del pajarito que en un estadio deportivo repleto descarga sus excrementos en la calva reluciente del espectador con peor suerte, sólo que en esta ocasión, lejos de ser un pajarita y caca el responsable de la agresión fue una bala perdida de un delincuente y, su impacto, en lugar de la cabeza de un aficionado resultó ser el muslo de una jugadora de la selección de Hong Kong cuando disputaba a Holanda el Campeonato Mundial Femenino de Béisbol. Afortunadamente la herida no fue grave y la muchacha pudo abandonar el hospital en pocas horas, las justas para unirse al resto de su equipo en un abandono airado de la competición. El incidente no fue un hecho tan accidental como pudiera parecer. La Caracas de Hugo Chávez se ha convertido en una de las ciudades con menos Ley y más violencia de Latinoamérica y en la capital con más asesinatos per cápita: una media de 15 diarios, que se dicen pronto pero se resuelven tarde. El Gobierno chavista, que entre otros muchos odios incluye la verdad, se indignó contra el periódico El Nacional que se atrevió a publicar una foto escalofriante de la morgue donde se amontonaban los cadáveres que forenses y empleados no dan abasto a despachar a los cementerios. Vivir en Caracas es un vivir sin vivir en sí; los pudientes echan mano de protección privada sin garantías de no meter con ella el peligro en casa, y los que no pueden pagársela pues, a jugarse la vida cada anochecida cuando la iluminación pública no se enciende y los delincuentes campan por las calles como Pedro por su casa. Sólo el nueve por ciento de los autores de los asesinatos son detenidos. El Observatorio de la Violencia contabilizó en 2009, 16.047 asesinatos en el país, cifra que en lo que llevamos de 2010 quizás ya haya sido rebasada. En Caracas se cometen 200 asesinatos por cada 100.000, un dato que desde luego no invita al turismo a disfrutar de nada ni a arriesgarse por sus aceras a los residentes.