Ha contado en la radio José Ricardo Martínez, secretario general de UGT en Madrid, que ayer cedió el paraguas a algunas de sus compañeras que le acompañaban en la manifestación, de ahí el catarro sindical que lucía esta mañana. La cuestión es que, con la que está cayendo, el paraguas sirve de poco.
En otros tiempos te podrías haber librado de la lluvia pero la inundación en forma de crisis nos moja a todos, seamos o no secretarios generales de un sindicato, seamos o no dueños de un paraguas. Lo más aristocrático ahora, (me decía uno de esos marqueses que almuerzan en Madrid), es una ruina en condiciones porque es cuando recuperas el metro, la costumbre de caminar, la charla y el acudir menos al sastre que siempre es un engorro. Mientras él hablaba yo creí ver que se le borraban las letras bordadas que lucía en el pecho de la camisa, será un espejismo transitorio.
La crisis nos ha descubierto una nueva clase que son los “nuevos pobres”, gente rica de toda la vida, que confiesan aturdidos que no llegan a final de mes. Es verdad que su ruina la querríamos muchos pero el caso es que también sufren los vaivenes del mercado y le ponen velas a la tele para que las noticias de la Bolsa sean mejores. Me refiero a los nuevos pobres que mandan al mayordomo a la oficina del INEM para que les rellene los papeles puesto que no están los tiempos para desdeñar ninguna subvención. Y entre ellos hay variedad de personajes, hasta los hay con chófer.
Son tan pobres que ni siquiera tienen el paraguas de José Ricardo Martínez.
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