“EL CURITA”

Opinión

“EL CURITA”

Francisco Camps, que por algo usufructúa el alias de “El Curita” entre sus amiguetes, va por la vida, normalmente vestido con trajes regalados por sus beneficiados, con el halo de las personas que se creen predestinadas a salvar a los demás. “Tengo una misión que cumplir el Valencia y voy a cumplirla”, afirma tajante tal y como sin su presencia volviese el diluvio.

No sé cual será esa misión porque sus obras políticas completas no reflejan ningún indicio sobrenatural ni milagroso salvo el de su supervivencia política, pero se ve que él se lo cree a pies juntillas. Por eso tal vez asegura que es feliz, a pesar de todo lo que le está cayendo encima – que hay que tener piel para soportarlo y dejar que te resbale –, feliz del poder discutido que le queda y, probablemente, feliz de haberse conocido aunque sea con un rostro tan triste como el que muestran las fotografías.

Va bien en el machito y se intuye que es de los que por la noche se repiten, igual que si se tratase de una jaculatoria, “ándeme yo caliente y ríase la gente”. Lo malo es que la gente no se ríe ante su esperpéntica obstinación a dejar que sea otro, que seguro que entre tantos valencianos no falta, quien encabece la administración autonómica.

Que la encabece, que la ejerza con más eficacia y que la represente con mayor dignidad. No es de buena imagen ni mínimamente ejemplarizante tener un presidente protagonizando cada día noticias escandalosas ni ataviado con ropas de procedencia dudosa como tienen los sufridos valencianos.

Pero, en fin, si él, como asegura, es feliz, y sus votantes se lo conceden, pues que lo disfrute con salud. Lo malo es que ese sentido mesiánico que le adorna es un problema para la política, para su partido y para sus conciudadanos que, la verdad, aunque muchos no lo quieran asumir, se merecen un gobernante con mayores destellos de dignidad.

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