En menudo charco se ha metido el Ministerio de Justicia al editar un libro titulado «Dios es Humor» en el que se recogen infinidad de chistes acerca de la religión. Puede que los chistes de judíos les hagan mucha gracia a ellos, pero cuando los ven en un libro seguro que no les va a sentar nada bien, y otro tanto se puede decir de los musulmanes.
La idea de Dios, como concepto etéreo, puede ser muchas cosas menos humor. Dios está siempre detrás de los grandes finales, cuando se aparece es para anunciar un cataclismo, para cambiar los evangelios o para lanzar una plaga sobre Egipto, así que cuidado con Dios porque tiene mal humor y su ira puede rasgar los cielos.
Si el esfuerzo que ha realizado el Ministerio de Justicia en hacer chistes acerca de la religión lo hubiera empleado en contar chascarrillos de vecindario le habría dado un mayor número de lectores. Sólo con tocar la religión se pone uno en contra a mucha más gente que volúmenes tenía la vieja Biblioteca de Alejandría. No hay humor para Dios, no se conoce a un arcángel en la historia que le hiciera una bromita al «jefe»; al revés se sabe lo que le pasó a Lucifer cuando se puso gamba.
Suerte tendrá Caamaño de que el libro no llegue a molestar a los talibanes de las lejanas montañas porque en ese caso no va a encontrar un escondite en el que estar seguro. Dios, Alá, o Buda son gente muy seria, en general malhumorados y por los que se hacen guerras a diario. Yo es que no le veo la gracia.
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