Las encuestas marcan tendencias, desde luego, pero de ahí a darles la credibilidad y trascendencia que a veces se les da hay un abismo. Usted, perdone que se lo diga, no tiene razón. Las encuestas no se equivocan siempre. Con mucha frecuencia, sí, eso es cierto. Pero siempre no, y se lo voy a demostrar el día 20 por la noche. Ya verá usted como una de ellas acierta de manera bastante aproximada. ¿Qué por qué lo sé? No, hombre, no tengo una bola de cristal delante. Simplemente lo sé, y lo aseguro, porque algún conocimiento de estadística me queda y es imposible que alguna entre tantas no haya coincidido.
Desde hace meses, todos los días nos encontramos con tres o cuatro en los medios. Sus datos varían según diferentes elementos tenidos en cuenta y, por lo que deduzco, ninguno tan contundente como los deseos de quienes la encargan y las pagan. Las hay para todos los gustos, ningún reparto de escaños posible entre los partidos mayoritarios ha faltado entre la pléyade de pronósticos que se nos han ofrecido.
Alguno tiene que acertar, por eso digo. Es imposible que el resultado dé una sorpresa que no permita a algún instituto de investigación no pueda alzarse con la victoria de su acierto sobre todos los demás. Las encuestas marcan tendencias, desde luego, pero de ahí a darles la credibilidad y trascendencia que a veces se les da hay un abismo. Más bien se han convertido en un elemento electoral espurio porque engaña a los electores.
Yo no soy nadie para hacer recomendaciones ni para dar consejo, entre otras razones de menor enjundia, porque cuando alguien se propasa y empieza a dármelos a mi le paro en seco y la replico: “No se moleste. Nunca pierdo tiempo en escuchar consejos porque tengo por norma desde que era pequeño no hacerles caso; si acaso, en sentido contrario a lo que se me sugiere que debo hacer. Soy así de rebelde e iconoclasta”
Pero si me sintiese capacitado y legitimado para dar consejos, que ya digo que no es caso, diría a los votantes que no hagan ni puñetero caso a esos cálculos en el vacío que los profetas de guardia hacen sumando y restando escaños para anticipar cómo estará formado el futuro Gobierno. Eso sólo lo determinará la aritmética parlamentaria cuando se conozcan los resultados y los líderes demuestren su capacidad para negociar.
Mientras, las encuestas son un excelente recurso para marear la perdiz, para proporcionar que todos juguemos a una nueva lotería, como si hubiese pocas en el mercado, y para alterar el sistema nervioso de los líderes que se juegan su puesto de trabajo y ganas de mandar y, a los ciudadanos de a pie, para matar el aburrimiento que en los últimos tiempos nos causan las precampañas y campañas electorales. A mí personalmente lo único que me ha entretenido de esta en que estamos inmersos ha sido ver a la vicepresidente Soraya moviendo las caderas al ritmo de rock casi duro.
Acceda a la versión completa del contenido
El baile de las encuestas
Yuste interpreta en 'La infiltrada' a una agente de policía que consigue desempeñar la misión…
Estos son los ganadores de la 39 edición de los Premios Goya: .- Mejor Película:…
"Hoy en día no deberíamos olvidar la cantidad de españolas que estuvieron presos en los…
'El 47' (Javier Méndez y Laura Fernández Espeso) y 'La infiltrada' (Álvaro Ariza, María Luisa…
Tras recoger el Goya de mano de los Javis, Agustín Almodóvar ha leído el mensaje…
"Con frecuencia brujuleo los despachos para reclamar la tramitación de la Ley del cine, el…