La piel del oso catalán

Elecciones catalanas

La piel del oso catalán

Menudo porvenir esperaría a una Cataluña independiente con sus líderes apresurándose a disputar a base de zancadillas y tretas variadas el poder que todos ambicionan. La política catalanista es de aurora boreal. ¿Cómo pretenden los líderes secesionistas encabezar un movimiento para la independencia con la imagen pública, el espectáculo bochornoso que están dando todo el día a la greña? ¡Menudo porvenir esperaría a una Cataluña independiente con sus líderes apresurándose a disputar a base de zancadillas y tretas variadas el poder que todos ambicionan!

Ni siquiera quieren esperar a que se celebren las elecciones y ganarlas, que eso está por ver hasta que se abran las urnas, y ya se están peleando por determinar quién será el presidente del Gobierno soberano. O sea, que ya están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Con ellos al frente, parece bastante probable que Cataluña, además de otros problemas económicos y de aislamiento, tuviese que enfrentar una fuerte inestabilidad interna.

Ahora los independentistas furibundos todo lo ven fácil y de color de rosa, y más con un Gobierno como el de Rajoy que ni siquiera pasa por allí para ver lo que ocurre. Pero, ¿y después? ¿Alguien piensa en lo que ocurrirá cuando las ambiciones se desaten para decidir quién impone su Ley y sus ideas? El propio Artur Mas sería la primera víctima de las luchas por el poder; por algo es entre todos los promotores el más desprestigiado.

Los votantes catalanes sería bueno que además de analizar los pros y los contras, las mentiras y las verdades de la propaganda y las maneras antidemocráticas de que se valen los secesionistas, miren también ejemplos históricos, lejanos y recientes, de situaciones si no similares si parecidas para hacerse una composición de lugar. Sería una pena que un pueblo inteligente y bien formado como el catalán tropezase con la misma piedra en que se estrellasen otros. Señalar a Kosovo es un ejemplo, pero hay otros muchos.

Caer en manos de populismos y pasiones del género que sean, tanto da que sean políticas como religiosas, suele ser nefasto. Y la aventura independentista catalana cae por los suelos si se contempla con realismo y buscando respuestas a la primera pregunta que hay que hacerse antes de depositar el voto. ¿La independencia a quién beneficia? A la ambición y gloria personal de unos cuantos políticos, desde luego; a la sociedad catalana, nada. Todo lo contrario.

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