Si en tres meses Grecia no es capaz de hacer frente al pago del crédito puente, el BCE se habrá pagado a sí mismo la deuda que Grecia tiene que abonarle hoy. Tras la aprobación el pasado viernes del crédito puente que permite a Grecia hacer frente a sus pagos urgentes, entre ellos el pago al BCE previsto para hoy, surgen dudas en cuanto a cómo se financia esta ayuda de urgencia. Se trata de un préstamo adicional, de más de 7.100 millones de euros, que sale del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Pero hay condiciones: Grecia deberá devolver el dinero en un plazo de tres meses.
Dada la condición de que Grecia devuelva lo prestado rápidamente, parece evidente que la necesidad urgente de abonar el crédito se debía a la deuda que liga al país heleno al Banco Central Europeo (BCE): una deuda por valor de 4.200 millones de euros, y que vence hoy, 20 de julio. Y es que las consecuencias de que Grecia no hiciera frente a ese pago podrían haber sido nefastas: lejos de lo sucedido tras el impago al Fondo Monetario Internacional (FMI) el mes pasado, no pagar al BCE habría significado la quiebra de los bancos, así como una salida automática del euro.
El dinero del crédito puente se destinará en su práctica totalidad, por tanto, a acabar con la deuda acumulada del FMI y la del BCE: una solución de emergencia para evitar la bancarrota y el Grexit. No obstante, lo que en apariencia puede ser un mecanismo de pago sencillo, en realidad tiene un trasfondo mucho más complejo, lo que se debe a que en el crédito puente del FEEF contribuyen países de la Unión Europea que nada tienen que ver con la zona euro.
Es por esto que el Eurogrupo ha tenido que recurrir a ofrecer garantías para cubrir el riesgo de que Grecia no devuelva el préstamo: ante un nuevo impago, se transferirían a los países ajenos al euro los beneficios de 2014 generados por los bonos griegos que el BCE aún atesora, tras comprar deuda periférica entre 2010 y 2012. Es decir: en caso de que Grecia no devuelva pago, el BCE cubrirá las pérdidas de los países que no participan en la divisa comunitaria y que han contribuido al fondo.
Esto significa que, ante un posible impago, el BCE terminaría por cubrir la deuda que Grecia debía pagarle hoy: el banco comunitario ha tenido que garantizar que los países ajenos al euro cobrarán para que la deuda le sea abonada. La complicación queda, por tanto, en el plazo del crédito puente: si Grecia no consigue hacer frente al crédito en tres meses, se podrá decir oficialmente que el BCE se ha pagado a sí mismo.
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