La deuda de Japón asciende, aproximadamente, hasta el 250% de su PIB. ¿Qué sucederá cuando se empiece a cuestionar su solvencia? ¿Y la de EEUU, Francia o Bélgica? Uno de los debates más de actualidad consiste en discutir sobre la necesidad de pagar lo que se debe. Cuando se aborda la cuestión se suelen traer dos ejemplos: Grecia y Argentina.
El país mediterráneo, como todo el mundo sabe o debiera saber a estas alturas, se encuentra desde hace varios años atrapado en un bucle que no permite su salida a los mercados para buscar financiación y así poder pagar los intereses de una deuda que, debido a los rescates financieros solicitados para hacer frente a esos mismos vencimientos, no para de crecer.
El caso de Argentina es algo más lejano, y consiste en que hay varios fondos de inversión que no aceptan una rebaja en el pago de la deuda por parte del país latinoamericano, razón por la cual el proceso se ha paseado por varios tribunales porque la cláusula dice que o todos los acreedores o ninguno; y si son todos Argentina quiebra (Cristina Fernández dixit).
La mayoría de la gente, al abordar estos dos ejemplos, concluye que es de buen vecino devolver lo que en su día te prestaron y pagar los intereses convenidos entonces. Sin embargo, mi jefe pide echar un ojo a las cifras de la deuda de países aparentemente ejemplares y punteros como Japón, EEUU, Francia o Bélgica.
Si Grecia debe actualmente el equivalente al 170% de su PIB, Japón debe casi el 250%. La diferencia entre ambos países es que del primero los acreedores no se fían, mientras que del segundo sí, y por eso mantienen el grifo abierto. Con EEUU, Francia y Bélgica pasa algo parecido: las cifras son algo más bajas pero siguen siendo altísimas y muy complicadas de afrontar si algún día a alguien le diese por empezar a cuestionar su capacidad de pago y el pánico se extendiese entre los prestamistas como pasó en su día con Argentina y pasa ahora con Grecia.
Por eso mi jefe cree pertinente plantear un debate con este marco de fondo, y sugiere que en algún momento se realice una quita generalizada (y ordenada) de la deuda global. Sobre todo porque buena parte de ella es deuda financiera y atajarla sería una forma de recuperar eso que llaman economía política, y que actualmente se encuentra en manos del sistema financiero. De los grandes bancos, para entendernos.
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Sobre la necesidad de una quita de deuda a escala global
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