Isabel está en prisión, ya se sabe, y una delincuente, cuyo nombre no ha sido divulgado, en un descuido le robó las bragas. ¡Vaya por Dios! Los problemas nunca vienen solos y si no, que se lo pregunten a Isabel Pantoja que estos días pasados se ha quedado sin bragas. Isabel está en prisión, ya se sabe, por falta de liquidez para pagar una sanción de Hacienda, y allí tiene que convivir con buenas personas pero sobre todo con delincuentes de diferente ralea. Y una delincuente, cuyo nombre no ha sido divulgado, en un descuido le robó las bragas. ¡Vaya por Dios!
¿Cómo, cuándo, en qué circunstancias?, no se sabe. Ni siquiera está claro si la ladrona es una ladrona convencional, que roba lo que se encuentra a mano, o es una mitómana que quiere llevárselas cuando recobre la libertad como trofeo de su paso por la prisión. Unas bragas de la Pantoja, como la distingue incluso el pueblo que la admira, serán buenas, de seda fina cabe imaginar, pero además, obtendrán valor añadido en el mercado de objetos míticos después de haber ocupado un lugar tan morboso de la anatomía de la cantante.
Isabel Pantoja encarcelada y sin bragas supera todas las lucubraciones que jamás pudieron hacerse sobre su agitada vida. Los supersticiosos que la conocen, que son muchos, aseguran que cuando nació fue mirada por un tuerto porque de otra forma no se explican sus rachas de mala suerte en la vida. Salvo cantar o moverse en los escenarios vestida de faralaes, casi nada le sale bien, empezando por su madre, acabando por sus hijos y pasando por sus hombres.
Ahora, en el frío de la celda que ocupa quedarse sin bragas, que no es lo mismo que quedarse en bragas, debe de ser muy duro. Un golpe para su ego de popularidad y un nuevo motivo para ser noticia en las páginas del corazón.
Merece compasión para su problema lo mismo que la ladrona que la dejó sin bragas merece un castigo apropiado a tan irreverente falta. Las bragas para una mujer, incluso más que los calzoncillos para un hombre, son prendas demasiado íntimas como para vestirlas de segunda mano o para exhibirlas en una subasta pública.