Si Monago y Muñoz, uno de Badajoz y otro de Teruel, se hubiesen buscado su aventura extraconyugal en Guadalajara todos habríamos ahorrado un buen pellizco. Dos políticos del Partido Popular están pasando apuros por buscarse una amante, que por cierto es la misma, Olga María Henao, muy lejos de casa. La mujer vivía en Santa Cruz de Tenerife y visitarla les costaba muchos tiempo y bastante dinero a sus señorías. Bueno, que les costaba es un decir, porque el tiempo ignoro cómo lo distraían de sus ocupaciones públicas y privadas pero el dinero, mayormente billetes de avión en primera clase, lo cargaban a los presupuestos del Senado y el Congreso; es decir, a nuestros impuestos.
Me parece bien, ¿por qué no?, que los parlamentarios, o parlamentarias por descontado, tengan novias/os, amantes o lo que sea, incluso los que fieles a las tesis moralistas de sus partidos lo hagan incurriendo en pecado. Aunque sean militantes del conservadurismo religioso, son tan libres de pecar contra el sexto mandamiento como los que vamos por la vida más ligeros de esos compromisos. Lo que no es de recibo es que teniendo que correr por cuenta ajena sus desplazamientos, se vayan tan lejos a ligar.
Hombre, yo creo que si el señor Monago y el señor Muñoz, uno de Badajoz y otro de Teruel, se hubiesen buscado su aventura extraconyugal en Guadalajara, por ejemplo, todos habríamos ahorrado un buen pellizco y ahora el escándalo sería menor. Quizás ni habría estallado porque moverse en coche pasa más inadvertido y se presta mejor a la discreción que requieren los amores clandestinos. Pero no, se han ido a Canarias a echar sus canas al aire, y muchas veces, con la satisfacción añadida de que el gasto corría por cuenta ajena.
Es lógico que ahora, en pago a sus errores y cálculos de distancia, deban abandonar la actividad pública. Uno ya lo hizo, porque para algo tiene de jefa a la señora Rudi, lideresa de ordeno y mando y le mostró el documento de dimisión, pero el otro, el señor Monago, se resiste a hacer lo que él tanto venía pidiéndoles de boquilla a otros, que renuncien, y en cambio pretende arreglarlo devolviendo el dinero de los viajes que tan enfáticamente aseguraba haber pagado de su bolsillo. Tiene mala memoria, dos varas de medir y una capacidad para mentir y creer que los demás son tontos, que mejor que dimitir sería que los que le apoyan le abran la puerta de par en par cuanto antes para que en el futuro ya no tenga obstáculos para agenciarse cuantos amores, lícitos o ilícitos, le pida el cuerpo.