Si Pujol pasará a la historia como el ex honorable multimillonario, su sucesor seguramente se perpetuará ante las futuras generaciones como el aspirante a nuevo Rey Artur, el Resistente. A lo largo de mi vida profesional, ya prolongada, he tenido que informar sobre bastantes dimisiones políticas, algunas – pocas, eso es la verdad – españolas y muchas extranjeras. Los motivos y razones que estaban detrás de cada caso eran variados y de diferente calado. Estos días las he repasado y puedo añadir que entre todas no he encontrado ninguna dimisión de un cargo público o político tan justificada como estaría la que Artur Mas, el presidente del Gobierno catalán, tanto se resiste a ofrecer a sus votantes y opositores.
Mas tuvo muy, pero que muy sobrados motivos para dimitir cuando un tiempo atrás perdió con rotundidad unas elecciones que había convocado anticipadamente para robustecer su poder y apuntalar sus ambiciones. Pero no lo hizo, escondió la cabeza lo mejor que pudo y, camuflado en el respaldo colateral y desconfiado que le brindó su adversario, ERC, ahí le tenemos, erre que erre, dando un ejemplo lamentable de falta de sentido democrático. Pero aquella no fue la única oportunidad que tuvo para ponerse a bien con su dignidad política. Tuvo otra muy evidente en la fractura en que sumergió a sus conciudadanos.
Algo lamentable e indigno de un político que debe buscar la unión en el bienestar de todos y nunca lo contrario. Y aún tiene otra – de momento desaprovechada igualmente — de doble dirección ahora, ante el escándalo de magnitudes inimaginables, de su antecesor, maestro y jefe, Jordi Pujol and family. Los chanchullos pujolianos reclaman con urgencia rendición de cuentas políticas, más allá de la retirada por el foro del hijo enriquecido del ex honorable. Artur Mas fue su consejero de Hacienda y luego, ya bajo su propia Presidencia, quien cobijó muchas de las corruptelas de la dinastía enriquecida que están saliendo a la luz.
Esto plantea una duda, y es si Mas lo sabía, cosa bastante probable porque era media Cataluña cuando menos la que lo sospechaba y comentaba con la boca pequeña, en cuyo caso la dimisión iría de suyo antes de que las investigaciones revelen más detalles. La otra posibilidad es que lo ignorase, cosa no menos extraña por los mismas razones ya reseñadas, en cuyo caso la ignorancia de quien controlaba los hilos de la economía y la información – tan ágil a la hora de vigilar y etiquetar a periodistas – sería otro motivo más que sobrado de incompetencia para el cargo.
La pregunta qué espera, no es necesaria. Tiene una respuesta obvia. Pues se trata, sí, de resistir en el machito, muy español eso, tú, mientras el cuerpo aguante; la imagen y mucho me temo que la dignidad que un político debe exhibir, ya no. Esa capacidad la tiene agotada. Si Pujol pasará a la historia como el ex honorable multimillonario, como tiene garantizado, su sucesor seguramente se perpetuará ante las futuras generaciones como el aspirante a nuevo Rey Artur, el Resistente.
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Mas, el resistente
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